miércoles, 26 de mayo de 2010
LA PRINCESA ÉBOLI
la bellísima princesa de Eboli tenia un matrimonio con Ruy Gómez de Silva. Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas de más rancio abolengo: los Mendoza, excelentes baluartes de defensa de la Monarquía. Por eso sus padres, los condes de Mélito, no dudaron en dar el visto bueno al matrimonio con uno de los secretarios de mayor prestigio de Felipe II, a pesar de que la novia sólo contaba con doce años de edad. Bien es cierto que los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra por lo que los cinco primeros años de matrimonio, apenas estuvieron tres meses los casados juntos.
El papel de la joven y bella Ana en la corte madrileña empezó a subir como la espuma. El ser tuerta no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, ejerciendo una gran influencia en la corte. A los 33 años queda viuda y se retira al convento carmelita de Pastrana, cuyo ducado era de su propiedad, pero hubo de abandonarlo al no cumplir las reglas de la orden. Tras su regreso a Madrid, se especula con el inicio de una estrecha relación con Antonio Pérez, creándose un poderoso grupo de presión que obtiene importantes beneficios gracias a las corruptelas que se tejen en la corte. Tras el asesinato de Juan de Escobedo en 1578, las pesquisas la acusan de ser una de las promotoras junto con su amante, por lo que fue procesada y condenada a la reclusión en el palacio de Pastrana donde pasó el resto de sus días. Algunos estudiosos han planteado que doña Ana fue amante de Felipe II y que el castigo que sufrió se debió más a los celos de ver como mantenía relaciones con Pérez que a su verdadera implicación en el asesinato de Escobedo.
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